Pedagogia Socratica de Buddha

Veamos hoy unos casos concretos en los que la magistral pedagogia socratica de Buddha se pone en practica con toda sencillez y humildad.

Veamos algunos ejemplos de la pedagogia socratica del Buddha 
En el Kâlâma-Sutta (Anguttara-Nikâya, I, 187/ 191), el Buddha nos pide que no nos dejemos llevar por la tradición religiosa, ni por la autoridad de los textos sagrados, ni por lo que hayamos oído decir, ni por la simple lógica de los argumentos, ni por la especulación sobre las opiniones más diversas, ni por el pensamiento de que “este religioso es nuestro maestro espiritual”.[1]

El Cankî-Sutta (Majjhima-Nikâya, II, 164/ 177) [2] repite la misma exhortación en otros términos: verificad por vosotros mismos. Según el Cankî-Sutta, antes de vincularnos a un maestro espiritual deberíamos examinar en profundidad su conducta. Tan sólo después de esto, podemos tomar la decisión de aceptar a una persona como maestro. Ello tampoco significa que a partir de este momento tengamos que someternos incondicionalmente al maestro y aceptar ciegamente todas sus opiniones. Es menester verificar por sí mismo las enseñanzas recibidas.

En otro sermón, el Maestro se dirige a los monjes con las siguientes palabras:             “Monjes, el monje con espíritu crítico, desconocedor del alcance de la mente de otro, debería examinar al Tathâgata para averiguar si está o no completamente iluminado.”[3]             A diferencia de otros “maestros”, el Buddha no anula el espíritu crítico, ni en sus discípulos ni en sus interlocutores en general. El Buddha jamás exige la aceptación incondicional de lo que él diga. Se debe analizar críticamente el discurso y el comportamiento del maestro -de cualquier maestro-. El Buddha es el primero en dar ejemplo, y pide este espíritu crítico a sus discípulos con relación a su propia persona.             Si leemos con atención los Sûtras budistas, descubrimos paso a paso el arte de un pedagogo excepcional. En primer lugar, el Buddha se adapta hábilmente a la persona que tiene como interlocutor, teniendo en cuenta su condición social y personal y su estado de ánimo en aquel momento. Es por ello que no se puede absolutizar la palabra del Maestro en estos diálogos; hay que ser en todo momento conscientes de que el Buddha no habla siempre de la misma manera pues no se dirige siempre a las mismas personas. Tras su muerte, la escolástica puede estereotipar una supuesta “palabra” del Buddha. Mas en vida, éste dio unas enseñanzas concretas y no abstractas, adaptadas al lugar, al tiempo y a las circunstancias, teniendo en cuenta a la persona que tenía enfrente. El mensaje original del Buddha fue el reino de la palabra viva. La escolástica budista posterior -como toda escolástica- ha implicado la reificación de la palabra. 


[1] Ver también Bhaddiya-Sutta (Anguttara-Nikâya, IV, 190-194, versión de M. Wijayaratna, “Les entretiens du Bouddha”, p 41-49).

[2] (Versión de M. Wijayaratna, “Le Bouddha et ses disciples”, p 33-45).

[3] Sermón sobre el espíritu crítico, nº 47, Majjhima-Nikâya (versión de Solé-Leris y Vélez de Cea, “Majjhima-Nikâya. Los Sermones Medios del Buddha”, p 290-293).