El punto de vista de Buddha

En este espacio compartiremos reflexiones e informaciones sobre el mundo de la educacion y tambien pensamientos de orden mas general sobre el rumbo de la civilizacion.

Empezaremos hoy invitando a reflexionar sobre la educacion desde un punto de vista que praticamente nadie tiene en cuenta para nada en Occidente: el punto de vista de Buddha.

En los textos budistas, el estilo del Buddha es indudablemente didáctico. Buddha fue sin duda un hombre iluminado, pero también un maestro excepcional, con una pedagogía excelsa que no deja de recordarnos al Sócrates de los diálogos platónicos en muchos aspectos. En la figura del Maestro, la sabiduría y la compasión, indisociables una de otra, son también inseparables de una pedagogía socratica.

La finalidad del Buddha es siempre la misma: no dar las cosas hechas de antemano, no favorecer las simples creencias o la fe ciega, sino ayudar a los demás a comprender por sí mismos, a experimentar por sí mismos, a fin de despertar. En un cierto sentido, el Buddha consideraría que ni él ni nadie puede salvar a los demás; tan sólo uno puede salvarse a sí mismo. Quizás el Maestro pueda ofrecer en algún momento su mano compasiva. Mas en seguida la retira para que la persona camine por sus propios pies. Los discursos del Buddha no son unas muletas para una humanidad coja; son más bien un estímulo poderoso para que la humanidad camine con sus propias fuerzas y alcance la plenitud. El Buddha fomentaba la confianza en uno mismo, e instaba a los demás a comprobar las cosas por sí mismos y a experimentar por su propia cuenta, en lugar de aceptar pasivamente ningún tipo de enseñanzas -ni siquiera las suyas-.

Desde este punto de vista, era el primero en dar ejemplo. No pedía a los demás que le creyeran simplemente; les pedía más bien que examinaran por sí mismos sus palabras. Sólo en alguna ocasión excepcional el Buddha recorrió a su autoridad, antes de pronunciar el primer sermón de Benarés por ejemplo, y no para forzar a los demás a estar de acuerdo con él sino para conseguir que le escucharan. La ecuanimidad del Maestro llegaba hasta el extremo de aconsejar a sus discípulos que no reaccionaran emotivamente al oir comentarios hablando bien o mal de él, sino que observaran por sí mismos si lo dicho era verdad o no para ellos.

El Buddha rechazaba, pues, la sumisión a una autoridad exterior o la creencia en una autoridad tradicional. Por esta razón, el movimiento que se creó a su alrededor constituyó una heterodoxia en la India de aquella época, cuestionando la autoridad indiscutible de los Vedas, y más aún la autoridad socio-religiosa de la casta de los “brahmânas”.